Padres e hijos

5 emociones básicas de tu peque

Los niños no saben nombrarlas ni regular sus sentimientos. Ese aprendizaje corre por cuenta de mamá y papá, si les enseñas a entender lo que les ocurre, les darás el mejor regalo: ayudarles a ser felices.

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Los niños no saben nombrarlas ni regular sus sentimientos. Ese aprendizaje corre por cuenta de mamá y papá, si les enseñas a entender lo que les ocurre, les darás el mejor regalo: ayudarles a ser felices.

Alegría: aparece cada vez que consigue un objetivo o se siente querido. Por eso, cuando vienen sus primos a los que sólo ve en verano, Juan canta, salta, chilla y hasta se pone nervioso. Son las formas más comunes de expresión de la alegría junto a la sonrisa, la carcajada o el abrazo. Y al ser una emoción extrovertida, es una de las que más le ayudan a relacionarse con los demás. Explicándole con ejemplos que eso que siente en situaciones determinadas es estar contento, será capaz de poner nombre a esa sensación que le produce tanto bienestar.

Miedo: normalmente se expresa alejándonos de lo que produce temor. Pero también se puede sentir ante cualquier novedad, como cambiar de ciudad. ¿Cuál es la parte positiva de esta emoción? Que avisa de un potencial peligro. Sin embargo, si no se gestiona puede acabar perjudicando al niño. Por eso es buena idea que te diga lo que le da miedo, explicarle que también lo sientes a veces y que vas a estar ahí para que pueda tomarte de la mano y se sienta mejor.

Tristeza: aparece como respuesta a una pérdida, ya sea de una persona (aunque sea una pérdida momentánea, como cuando mamá se va a trabajar) o de una expectativa, por ejemplo, cuando la tarde en el parque se cancela por la lluvia. Asimismo, hay niños que se niegan a sentirla, y lo que generan es tensión. Juan se ha quedado a dormir en casa de los abuelos y por la noche está triste porque extraña a su mami. A la abuela le da pena e intenta entretenerlo: le pone la tele, le cuenta un cuento? A Juan no se le está permitiendo expresar esa tristeza, está intentando ocultarla, pero está ahí. Por esa razón es bueno que cuando sientan tristeza, la expresen e, incluso, la compartan, para que así aprendan a regularla. Una buena forma de hacerlo es preguntarles cómo se sienten para poder escucharlos, consolarlos y protegerlos.

Sorpresa: es una de las emociones que más experimentan a esta edad: cuando logran un nuevo descubrimiento. La sienten al aprender a saltar de cojito, al subirse a un árbol, montar en el triciclo? Si le explicas que eso que siente es sorpresa y que con cada cosa que descubra tendrá la misma sensación, le ayudarás en el aprendizaje, pues todo lo que aprenden con emoción queda grabado con más intensidad en su cerebro.

Enojo: todas las emociones son necesarias porque tienen una utilidad. Por eso no hay que negarlas. Ni siquiera las que, a primera vista, tienen connotaciones negativas, como el enojo, que en realidad es una reacción a la frustración, a sentirse atacado o no respetado, pero si se aprende a manejarlo bien no tiene por qué ser algo que lleve a la violencia.

Los niños no saben nombrarlas ni regular sus sentimientos. Ese aprendizaje corre por cuenta de mamá y papá, si les enseñas a entender lo que les ocurre, les darás el mejor regalo: ayudarles a ser felices.

Los niños no saben nombrarlas ni regular sus sentimientos. Ese aprendizaje corre por cuenta de mamá y papá, si les enseñas a entender lo que les ocurre, les darás el mejor regalo: ayudarles a ser felices.

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