Padres e hijos

Cómo reacciona un niño cuando alguien cercano muere

Hablar de la pérdida con un menor supone estar a la altura y buscar recursos para la contención de sus emociones. 

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Si a los adultos nos cuesta tanto entender y elaborar un duelo, con más razón a los niños. Por eso es importante conocer cómo tu hijo podría enfrentar la muerte, según su edad, para poder ayudarlo a vivir este difícil momento. Te compartimos estos puntos acerca de cómo reacciona un niño cuando alguien cercano muere.

En el artículo “El duelo en la infancia y cómo dar malas noticias”, el pediatra Martino Alba, escribe: "La muerte de un ser querido es considerado como el acontecimiento vital más estresante que puede afrontar el ser humano. El duelo es, en principio, un proceso normal que cumple una función adaptativa. Los niños pueden manifestar el duelo como un adulto, incluso desde los seis meses se pueden observar reacciones de duelo”.

En su artículo también comenta que los niños pueden mostrar el duelo como un adulto, por la pérdida de un ser querido, a partir de los cuatro o cinco años. Pero desde más pequeños ya -desde los seis meses- se pueden observar reacciones de duelo, aunque no sean iguales a las demostraciones de un adulto. 

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.Liza Summer - Pexels

“La tendencia del niño a vivir en el presente hace que su estado de ánimo sea cambiante y el tiempo que ocupan en recordarle es más corto, pues utilizan la negación como mecanismo de afrontamiento y suelen mantener la capacidad de disfrutar de situaciones agradables”.

Alba también enumera las fases del duelo que el niño irá atravesando en simultáneo: 

  • Aceptación de la pérdida.
  • Expresión emocional de la pérdida.
  • Adaptación al medio con ausencia de la persona querida: adquisición de habilidades nueva.
  • Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo.

¿Cuándo preocuparse?

El especialista también aborda el tema en su artículo acerca de cuándo los familiares a cargo del menor se deben empezar a preocupar y cuándo deberían consultar con un especialista. Él establece algunos puntos clave:

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.Ibraim Leonardo - Pexels

  • Cuando en su entorno no se asume dar la mala noticia o no se favorece la expresión emocional.
  • Si no mejoran los síntomas a partir de los dos meses del fallecimiento.
  • Si presenta negación prolongada de la pérdida. Alardes de madurez o fortaleza.
  • Si se revive intensamente el hecho traumático.
  • Muestra hipocondría.
  • Alteraciones psicosomáticas (cuando los síntomas físicos se ven agravados por factores mentales).
  • Síntomas depresivos intensos (depresión que afecta al niño de forma continua y a largo plazo).
  • Fracaso escolar o indiferencia a actividades extraescolares.
  • Deterioro de las relaciones familiares o con los amigos.
  • Miedo a estar solo.
  • Frecuentes dolores de cabeza, solos o acompañados de otras dolencias físicas.
  • Imitación excesiva de la persona fallecida y expresiones repetidas del deseo de reencontrarse con él/ella.

Señala específicamente que el duelo no requiere tratamiento psicofarmacológico (el uso de medicamentos que corrigen y mejoran la desregulación emocional), aunque “puede ser útil como adyuvante del proceso de adaptación a la pérdida y está especialmente indicado el ajuste de la medicación si existen antecedentes psicopatológicos. Es conveniente pedir ayuda a un profesional si se da una presencia prolongada de alguno de los síntomas”.

¿Cómo ayuda el pediatra?

El especialista escribe que el pediatra “debe entender y evaluar las reacciones que se susciten, usando términos apropiados para la edad, además de estar alerta ante las respuestas normales o complicadas que pudieran surgir. También, deberá aconsejar a la familia en respuesta a las necesidades del niño”.

Es recomendable informar al niño que, en el futuro, puede experimentar sensaciones desagradables ante la pérdida. El apoyo y comunicación entre la familia y el pediatra serán esenciales para observar cualquier cambio en el menor. El apoyo y cercanía del pediatra al comunicar la mala noticia permitirá al niño sentirse escuchado de manera que se facilita un modelo de relación afectiva con el médico que le permite expresarse y generalizar en el futuro.

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