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¿Por qué mi hijo se chupa el dedo?

Sigue estas recomendaciones para que tu hijo deje de chuparse el dedo sin dañar su autoestima.

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Sigue estas recomendaciones para que tu hijo deje de chuparse el dedo sin dañar su autoestima.

Chuparse el dedo o mejor conocido por los expertos como la succión no nutritiva es una conducta que se encuentra presente ya en los fetos en el vientre materno. Es distinta de la succión con fines alimenticios pero, en cierto sentido, comparte con ella la función de calmar el niño. Por ese motivo chuparse el dedo se considera todavía normal a estas edades y muchos niños lo hacen aunque continúan amantándose. Chuparse el dedo nos habla de las necesidades, deseos y miedos del pequeño. Esto no quiere decir que los niños que mantienen esta costumbre sean especialmente problemáticos, pero sí significa que todavía llevan un bebé dentro al cual recurrir cuando no pueden resolver sus conflictos de otro modo, cosa que por otro lado es normal. A lo largo del día pueden darse muchas situaciones inquietantes: aburrimiento, sueño, hambre, enfado, impaciencia, soledad, frustración, etc. En esos momentos, chuparse el dedo suele ser para él una manera de autoconsolarse, calmarse y tener a una mamá buena y protectora simbólicamente con él, pues el dedo regordete en la boca recrea la sensación de bienestar y seguridad del pecho materno. No todos los niños tienen este hábito, pero todos pueden en un momento dado recurrir al pulgar.

 

Si tu hijo se chupa el dedo cuando? 

 

1. Se cae de sueño. El chupeteo durante la siesta o por la noche tiene cierto carácter involuntario. Lo más sensato es quitarle el dedo de su boca cuando el pequeño duerma. También podemos permanecer a su lado mientras se queda dormido para darle seguridad y, por ejemplo, besarle las palmas de las manos, pidiéndole que las mantenga bien cerraditas para que nuestros besos no se escapen. 

 

2. Tiene un berrinche o está triste. Ofrécele tu mano, dale caricias o palmaditas o hazle cosquillas? Cuando los niveles de angustia bajan, la necesidad de tener el dedito en la boca también desciende. 

 

3. Siente vergüenza o miedo. Chuparse el dedo le calma y le da seguridad. Permanece a su lado, tómalo en brazos para ayudarle a enfrentar las situaciones temidas. A medida que se sienta seguro, no necesitará «esconderse» detrás de la manita. 

 

4. Tiene hambre. Si mientras el peque espera su merienda se lleva la mano a la boca, dale algo para manipular y distraerlo. Cuando vea las ventajas de tener las dos manos libres para jugar, abrazar e incluso romper y alborotar, no se acordará para nada del dedito.

 

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Foto: iStock

 

No olvides que?

 

1. Las alternativas no se imponen. Proponerle otras cosas para que no se chupe el dedo, está bien, pero nunca deberán ser impuestas como un castigo o un deber. Si se siente incómodo o las rechaza, no hay que forzarlo ni presionarlo, ya que de momento no se trata de un hábito problemático. Lo ideal es permitir y poco a poco ir reforzando otras formas de calmarse, sin agobios. Muchos padres, por propia experiencia, recomiendan ignorar el tema.

 

2. Los castigos no sirven de nada. A esta edad el niño no siempre colaborará ni entenderá nuestros consejos. Su dedito y él pueden seguir siendo inseparables durante un tiempo, de modo que lo mejor es armarse de paciencia y cariño, no regañarlo (así, solo conseguirás aumentar su malestar ante algo que, a fin de cuentas, es bastante natural) y, por supuesto, no utilizar medidas coercitivas de ningún tipo.

 

SIGUE LEYENDO: ¡Adiós al biberón!

 

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