Padres e hijos
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Esta forma de dar a luz a tu bebé ya es una elección de las mujeres en varias partes del mundo, incluyendo México. Conoce cómo es un parto humanizado.

La cesárea es el procedimiento más recurrente para el nacimiento de los bebés; desde 2010 se ha advertido un incremento desproporcionado de la misma: el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reporta que 38 % del total de los nacimientos se realizan a través de esta práctica.

Esto a pesar de que la cesárea debe ser considerada como una herramienta cuando el parto vaginal es un riesgo para la mamá o para el infante: en un parto prolongado, sufrimiento fetal, una presentación anómala del bebé, trillizos o alguna cardiopatía, entre otros.

Además, en todo caso, es un fenómeno cultural: las mujeres escuchan por todos lados frases que las hacen dudar de su capacidad para parir (“vamos a ver si puedes tener un parto natural”, dice el médico), o historias terroríficas de amigas, primas o el clásico “para qué sufres, mejor opta por una cesárea”.

Sin duda, la necesidad de que el bebé nazca en un ambiente menos estresante y de que la mamá viva este proceso del mejor modo ha provocado el deseo de un parto con menos intervención de los profesionales; máxime ahora que se tienen menos hijos, pues las mujeres quieren vivir el nacimiento de su niño con toda la intensidad y ser las protagonistas de un acontecimiento único y maravilloso en todas sus vidas.

Una forma de lograrlo es el parto respetado o humanizado, el cual poco a poco ha tomado auge en el mundo entero al punto de que en varios países las leyes ya lo consideran y las instituciones de salud lo llevan a cabo.

En México, la Secretaría de Salud Pública lo rige bajo la NOM 007, donde se garantiza, a nivel nacional, que las instituciones médicas favorecerán el parto y evitarán la cesárea siempre que no exista contraindicación médica u obstétrica; informarán a la futura madre del desarrollo de su parto, vigilarán el bienestar emocional de la mujer y, durante el trabajo de parto, respetarán la posición que mejor le acomode a ella. Ahora tienes el derecho de elegir cómo tener a tu bebé; infórmate y haz uso de tu mérito al parto respetado.

Si no existen estos puntos, no es un parto humanizado

  1. En todo momento debes estar informada de tus derechos; tú eliges y aceptas la técnicas que sean necesarias para garantizar tu bienestar y el de tu bebé. La presencia del médico es sólo para dar seguridad y tranquilidad por si algo se complica. Su intervención es mínima.
  2. Respeta la naturaleza y fisiología de la mujer, su capacidad plena para tener a su hijo, dando por hecho que su cuerpo está preparado de forma innata para su maternidad. Por esto, no se recurre a la oxitocina o la ruptura artificial de las membranas sin más, sólo por acelerar las contracciones, ni se hace la episiotomía de forma rutinaria para facilitar la expulsión. Te puedes negar si no es necesaria (debe hacerse únicamente para sacar al bebé si lo está pasando mal) y decir que prefieres sufrir un desgarre si es leve.
  3. Se respetan los tiempos de nacimiento; se espera el “reflejo de eyección”, que se presenta en el momento que debe ser. Al respetar el ritmo de pujo de la madre y evitar la salida brusca de la cabeza del bebé se permite que la vagina, vulva y periné se distiendan de manera gradual, con lo que se evitan los desgarres perineales importantes.
  4. Tú eliges cómo vivirlo: si quieres técnicas analgésicas (como la epidural) o alternativas (como la aromaterapia, musicoterapia, yoga o uso del agua en duchas calientes). Tienes absoluta libertad de moverte para hacer ejercicio, bailar, hacer las expresiones orales y corporales que requieras, tomar la posición que disminuya el dolor; reír, llorar o gritar sin que nadie te juzgue o limite. Incluso puedes elegir a la persona que te acompañará en estos momentos tan especiales.
  5. Salvo en excepciones por problemas de salud, el bebé y su mamá no se separan en ningún momento después del nacimiento, lo que facilita el establecimiento del vínculo y el inicio de la lactancia. En algunos hospitales propician el contacto piel con piel mamá-hijo y la lactancia en el mismo quirófano.
  6. Se te brindan todas las facilidades para sentirte en un ambiente de respeto e intimidad, con luz tenue, aislado de ruidos y sin ninguna clase de presión externa.
  7. Llegado el momento, tú decides cómo y dónde deseas dar a luz: hincada, en cuclillas, de pie, de lado, en cuatro puntos… puede ser en la cama, en el piso, una silla, en el baño o donde quieras y te sientas cómoda y confiada, incluso en una tina.

FOTO GETTY IMAGES

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