Padres e hijos

¿Por qué todos los papás caen rendidos ante la primera risa de su bebé?

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La primera risa de su bebé es todo un acontecimiento para los papás; el día que su bebé su primera risa de verdad, dedicada a ellos en exclusiva, mirándolos fijamente a los ojos, es ¡un acontecimiento emocional desbordante!

Después, llegan los gorjeos y las carcajadas contagiosas. Con los años, podemos olvidarnos de si pasó o no la varicela o cuántos años tenía cuando se le cayó su primer diente, pero lo que nunca olvidan los padres es la emoción que sintieron al recibir, por sorpresa y a bocajarro, la primera sonrisa de su pequeño…

Así lo cuenta Araceli, madre de Sonia, de dos meses y medio: «Estábamos pasando una noche de perros: una sucesión de llantos, tomas, cambios de pañal… Cuando terminé de darle el pecho por cuarta vez, Sonia se me quedó mirando fijamente a los ojos y me sonrió por primera vez. Casi le pregunto: “¿De verdad que es a mí?”.

Era como si mi pequeña me estuviera diciendo: “Tranquila, mami, no lo haces tan mal. En ese momento se me olvidaron el sueño, el cansancio y todas las angustias, es la mejor palmadita en la espalda que he recibido en toda mi vida».

O Mari, que recuerda cómo Alonso la conquistó totalmente con la sonrisa más bonita del mundo: «Él estaba sentado en su hamaquita y yo estaba planchando enfrente. Le grité: “¡Guapo!”, y él me respondió con la expresión más pura, dulce y alegre que he visto nunca. Para estas cosas no hace falta cámara de fotos. Esa imagen la llevaré siempre en el corazón».

El instinto de los padres pocas veces falla y hacen bien en darle a ese momento una gran importancia. La sonrisa de un niño no solo nos llena de gozo, es mucho más que eso. Es un fascinante mecanismo de supervivencia, la herramienta que utilizan para establecer sus primeras relaciones y, por supuesto, la única forma de decirnos «me siento bien» cuando todavía no tienen las palabras.

Tan importante es para ellos sonreír, que ya están preparados para hacerlo antes de nacer… muy divertido en la tele. Es todo un misterio. De hecho, pueden morirse de risa con cosas que hace unas semanas les hubieran hecho llorar a lágrima tendida.

Empieza ahora una etapa dulce para los padres. El bebé está hambriento de experiencias. Cada vez tu pequeñín se ríe más y de más cosas diferentes, pues con la edad su curiosidad es insaciable. Ahora tanto papá como mamá se convierten en sus compañeros de juegos predilectos.

Si hasta los 5 meses aproximadamente el bebé regalaba sonrisas prácticamente a todo el que se pusiera en su ángulo de visión (conocidos y desconocidos), ahora se vuelve mucho más selectivo. No es que huya de los desconocidos, pero sí se vuelve más cauteloso y tiene en cuenta la expresión facial y el tono de voz de su nuevo amigo antes de ser simpático con él y acercarse.

A esta edad también experimentan la «excitación anticipada»: «Cuando observan que un adulto va a cogerles en brazos, darles de comer o cambiarles los pañales o la ropa, manifiestan un aumento de la actividad, respiración acelerada, vocalizaciones o una expresión facial de absoluta felicidad» (Diario del primer año de mi bebé de Christine Harris. Ed. Oniro).

Hacia los 6 meses tu bebé ya puede emitir diferentes tipos de sonrisa. Por ejemplo, la sonrisa abierta cuando se divierte jugando, la que depende de las expresiones de los demás (a esta edad ya reconocen los gestos ajenos y tienden a imitarlos y a responder, por ejemplo, con una sonrisa ante una voz alegre), o la sonrisa de satisfacción por haber conseguido un logro sin ayuda.

También le gusta jugar: ¿dónde está el nene?, por ejemplo, le apasiona. Quizá no la primera vez, pero sí la quinta. Y es que detrás del juego de desaparecer (detrás de una puerta, una servilleta…) y después aparecer por sorpresa hay mucho más. Si te fijas, la primera vez que mamá o papá desaparece el niño se queda con la expresión congelada o se ríe, pero no mucho. Es solo después de que hayas repetido el juego cuando el pequeño se reirá a carcajadas porque sabe que mamá o papá siempre aparece al final.

No se puede decir que los bebés menores a 1 año desarrollen el sentido del humor. Si los nenes detectan que su comportamiento nos hace reír, lo repetirán hasta la saciedad, pero eso no quiere decir que te estén haciendo una broma. Pero sí puedes sentar las bases para que tu hijo desarrolle la capacidad de reírse de sí mismo o de desdramatizar una situación desagradable.

Por ejemplo, cuando Ana se cae, mira a su papá para decidir si tiene que llorar o no. Papá hace como que tropieza y se cae también al suelo y terminan los dos muertos de risa. Sea quien sea el showman de la familia, lo que está claro es que reírse juntos, es la mejor manera de crear una familia. La risa es terapéutica, placentera y, además, es un ejercicio sano (se ponen en funcionamiento más de 400 músculos del cuerpo). ¿Alguna razón más para sonreírle a la vida?

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