El corazón tarda tres semanas en adaptarse a la vida fuera del útero.
Es el primer órgano que empieza a funcionar dentro del útero y el último en detenerse al final de nuestro días; el que hace posible que la sangre llegue al resto de los órganos y al que atribuimos las emociones. ¿Cómo es y cómo funciona el corazón del bebé? ¿Qué es normal y qué no lo es en las primeras semanas? ¿Estará todo bien?
El corazón del recién nacido late entre 110 y 150 pulsaciones por minuto, frente a las de 70-80 de un adulto. Es como el huevo pequeño de una gallina. Bastante más reducido que el corazón adulto (para hacernos una idea más clara: es del tamaño de un puño), esto no le impide realizar las mismas funciones con fuerza y eficacia. Ya late a las seis semanas de gestación, y desde el principio envía la sangre hasta el último rincón del cuerpo. Bueno, hasta el último rincón no: los pulmones se reservan para la vida aérea. Dormirán, plegados, hasta que la primera respiración los ponga en marcha.
El corazón domina dos <<circuitos>>, uno largo por el cual envía la sangre a todo el cuerpo, y otro corto por el que envía y recibe la sangre de los pulmones. Este segundo circuito es el que se ha de poner en marcha en el momento del nacimiento, y lo permiten una serie de cambios en su estructura. La primera respiración es como la canica que pone en marcha un complejo dominó. En primer lugar provoca el cierre del foramen oval, un agujero que permitía que la sangre pasara del lado derecho al izquierdo del corazón. A partir de este momento, en el corazón estarán diferenciadas la sangre <<limpia>> y recién oxigenada proveniente de los pulmones de la <<sucia>>, que acaba de llegar al resto del cuerpo y necesita oxigenación.
Otro agujero que cierra en este proceso es el llamado ductus arterioso, el que permitía que la sangre pasara directamente del corazón a la aorta descendente para alcanzar la placenta y no pasar por el pulmón, que no funciona porque no hay aire que respirar. Al cerrarse, la sangre pasa a los pulmones por primera vez. Estos dos agujeros no se cierran de golpe, tardan unas semanas en hacerlo, lo que puede dar lugar a que se escuchen soplos o sonidos no habituales. El corazón del recién nacido tarda unas tres semanas en adaptarse por completo a la vida extrauterina.
Como no han funcionado antes, los pulmones nacen con resistencias elevadas al paso de la sangre; es decir: a la sangre le cuesta pasar por ellos. Esta resistencia también afecta al trabajo del corazón durante las primeras semanas, al cabo de las cuales este esfuerzo se reduce.
Los avances científicos han conseguido que la calidad de vida y expectativas de los niños que nacen con una cardiopatía congénita sean, en general, muy buenos.
La gran mayoría de las cardiopatías que se detectan en los primeros meses no son graves, necesitan una medicación sencilla o una pequeña cirugía, y muchas se corrigen solas. La mayoría de estas cardiopatías tienen que ver con problemas en el cierre de estos agujeros, o con el estrechamiento de arterias, como la aorta, que impone más trabajo al corazón.