Padres e hijos
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Son fáciles de lastimar si realizas procedimientos inadecuados: te ayudamos a aprender su cuidado

 

Los primeros días (o incluso semanas) de nacido, tu bebé puede presentar ese clásico ronquido entre la nariz y la garganta que a las mamás nos puede desesperar bastante, ya que sentimos que le cuesta trabajo respirar. Sin embargo, es normal porque aún está expulsando el exceso de líquido amniótico que mantenía en sus pulmones, además de que la mucosidad lo ayuda a lubricar su vía aérea, protegiéndola. De hecho, es común que en esta etapa tu bebé estornude de manera frecuente ante el más mínimo cambio de temperatura, sin que esto se relacione necesariamente con un resfriado.

 

 

COSAS POR HACER Y SABER:

Si logras ver los moquitos al levantar su cabecita o se asoman de las fosas nasales, puedes retirarlos como si fueras a sonar a tu bebé o ayudarte de una perilla de hule; pero no debes introducirla en el orificio de la nariz: eso puede irritarle o lesionarlo.

Si la mucosidad es muy profunda, lo mejor es provocar que siga su trayecto natural: hacia la garganta y de ahí… ¡glup!, a la pancita. Aquí unos tips para facilitar este paso:

Usa los atomizadores de solución salina para bebé; lubrican la mucosa y barren con el exceso de mucosidad hacia la garganta.

Ponle una solución salina (fisiólogica) con una jeringa sin aguja: acomoda a tu bebé de lado y aplica 5 ml de la solución, primero en una fosa y después en la otra.

Aplica un gotero de leche materna en cada fosa nasal y mantén a tu bebé boca arriba con la barbilla lo menos pegada al pecho. La leche materna reblandece la mucosidad.

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