Inventor de sus juegos
¡Vaya imaginación tienen a esta edad! ¿Por qué es tan importante permitir esa espontaneidad?
¡Vaya imaginación tienen a esta edad! ¿Por qué es tan importante permitir esa espontaneidad?
Más allá de las destrezas que adquiere (que son muchas), el juego inventado es su forma de encontrar las respuestas dentro de sí mismo, de lanzar sus gritos de ayuda, de reestructurar la realidad para entenderla, de influir en su mundo. ¡Qué buenas razones para dejarle el espacio y el tiempo que necesita!
La sociedad está orientada a conseguir resultados. Incluso cuando buscamos juegos, elegimos los que prometen que el niño va a desarrollar una habilidad. Pero en el juego los resultados son una consecuencia que no se busca, porque lo importante es jugar. Cuando lo hacen de forma espontánea disfrutan del presente. Aprenden a confiar en sí mismos. Y a disfrutar de la vida.
Ante un conflicto, los juegos inventados sirven para ponerse en el lugar del otro y para conducir la agresividad contenida. Lo que expresan los padres («esto no se hace, esto no se dice») a veces no sirve de nada, pero hay herramientas que les ayudan a entenderse a sí mismos y a los demás.
Lo más importante es que no intentemos dirigir su juego (aunque no lo entendamos), sino que estemos dispuestos a dejarnos dirigir por él. Las normas, en general, las pone nuestro hijo. ¿Por qué? Porque sabe lo que quiere en cada momento. Y puede no coincidir con lo que nosotros pensamos que necesita. A veces lo único que demanda es espacio y tiempo para jugar.
En realidad, estos son los dos ingredientes básicos del juego, pero tendemos a llenar sus agendas de actividades. Por eso es una buena idea planificar tiempo y espacio. Con pocos límites, es decir, que esté permitido casi todo: tirarse al suelo, manipular y tocar, y hasta gritar…