Este es un mantra de vida que debemos seguir siempre los padres. Es muy común exigirle a nuestros hijos ser los mejores, pero ¿es eso lo mejor para que tu hijo sea feliz?
El mundo y la sociedad se trata de competir y eso ha ocasionado la conocida hiperpaternidad, papás que sólo buscan una cosa: que sus hijos sean siempre los mejores en todo. Que sean los número uno en la escuela, en las actividades deportivas, que consigan un buen trabajo, que sean exitosos y logren tener todos los bienes materiales.
Pero este modelo de enseñanza lo único que genera es presión sobre los niños, una presión que ellos no piden.
Y bajo esa presión, intentarán ser los más obedientes y pueden llegar a alcanzar los resultados que sus padres les piden pero, nunca serán seres autónomos e independientes en su pensamiento ni habilidades.
Como padres debemos darles el espacio y libertad para encontrar su propio camino, de tomar sus propias decisiones, experimentar y desarrollar su identidad.
Al querer o buscar que siempre den los mejores resultados los estamos privando de disfrutar su infancia, pierden el entusiasmo por aprender, aventurarse y vivir nuevas cosas, crece en ellos el miedo al fracaso como lo peor que puede pasar y cuando no consiguen ser «los mejores» su autoestima se ve realmente afectada.
Ellos deben saber que son amados, aun cuando fracasen, que tienen libertad de ir a su propio ritmo y hacer lo que les gusta por placer y no por obligación. Los niños no necesitan ser siempre elogiados, sino aceptados y amados.
Por Berenice Villatoro