Padres e hijos
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PENSAR QUE UN PARTO PUEDA SER PLACENTERO SIN USAR ANESTESIA PARECE UNA LOCURA, PERO DIVERSOS ESTUDIOS DEMUESTRAN QUE ES POSIBLE

Según los expertos, sólo el hecho de asumir que el par- to es doloroso es suficiente para que discurra con dolor. La explicación es sencilla: cuando comienza un parto, las primeras con- tracciones se sienten como pellizcos casi indoloros. Es entonces cuando debes desconectarte del mundo e iniciar el viaje interior al “planeta parto”. Si te dejas llevar por los temores y te encoges, las siguientes con- tracciones serán más dolo- rosas. Cuanto más dolor, mayor retraimiento, y a más encogimiento, más dolor.

¿POR QUÉ DUELE?

Los músculos del útero no trabajan bien.
• El miedo provoca que los músculos del cuello del útero se mantengan con- traídos y ofrezcan resistencia al movimiento de los músculos que hacen descender al bebé. Como estos tienen que tirar con más fuerza para dilatar, entonces la sensación es aún más dolorosa.

La sangre llega mal útero.
• El miedo activa tu mecanismo de alerta; cuando ello sucede el útero no se considera un órgano esencial, por lo que recibe menos sangre y, con ello, menos oxígeno. Entonces debe trabajar en condiciones más difíciles, bajo estrés y tensión, lo que te genera mucho dolor y otros problemas en el cuerpo.

Las contracciones son menos eficaces.
• Para que las contracciones se den espontáneamente es necesario que el tejido del útero tenga un pH no ácido, pero la falta de oxígeno aumenta la producción de ácido láctico en los músculos y la acidificación del útero produce dolor y contracciones menos eficaces que hacen que los partos se alarguen.

La adrenalina frena el efecto de la oxitocina.
• La oxitocina es una hormona en el parto que facilita el nacimiento y la expulsión de la placenta, pero con el miedo segregas adrenalina, que frena su acción.

CÓMO VENCER LOS TEMORES

• INFÓRMATE. Es una de las mejores armas contra el miedo. Debes conocer a fondo el proceso de parto y saber qué va a suceder, pero no sólo desde el punto de vista fisiológico: también conocer físicamente el sitio donde darás a luz, la manera de proceder de los profesionales, sus protocolos… El diálogo con otras mujeres, una doula o tu pareja también ayuda a ahuyentar los miedos.

• PREPÁRATE. La mujer que no sabe a qué se enfrenta se asusta y el miedo crea un desequilibrio que provoca dolor. Por el contrario, prepararse para el parto y saber qué hay que hacer en cada etapa tranquiliza, ayuda a tener fe en el proceso y colabora con el organismo para dar a luz. Por eso los partos posteriores suelen verse con menos temor, salvo que la primera experiencia haya sido traumática.

• RELÁJATE. Conviene cualquier técnica que te ayude a desconectarte: bailar suavemente, escuchar música, pensamientos positivos (“soy capaz”, “voy a tener un parto fácil”). Date un baño caliente, haz ejercicios relajan- tes, cambia de posición y muévete con libertad, piensa en otra cosa para desfocalizarte de las contracciones… Esto ayuda a alejar el dolor de la mente.

• ESCUCHA TU CUERPO. El buen transcurso del parto no depende de si “como mujer sabes o no dar a luz”o de si alguien te asiste. Tu cuerpo está naturalmente preparado para ello. El problema es que todo esto se desmorona si, como consecuencia del miedo, surge el mecanismo de alerta y huida. Por eso es importante que olvides todas las historias que te han contado y confíes en ti misma, ¡puedes hacerlo!

 

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