Niños pacíficos, lo que los países, el mundo y la humanidad necesitan
Ser pacífico no es sinónimo de “dejado”, sino antónimo de “conflictivo y auroritario”, de quien no hará guerras. ¡Edúcalo para la paz! El mundo necesita niños pacíficos.
La psicóloga Mariana Rivera, de la Universidad La Salle, explica que cada vez que le enseñas a tu hijo a compararse, le cumples todo lo que desea, promueves que se sienta mejor que los otros o dejas de ponerle límites, le das un mensaje erróneo: le permites creer que es merecedor de todo y que tiene el derecho a hacer lo que sea con tal de conseguirlo. “Así empieza la historia de un chico inconforme que cuando no consigue lo que quiere o no se le trata como piensa que merece, se torna conflictivo y autoritario, provoca problemas”.
Ayudarlo a descubrir su propio valor y aceptar que cada persona es diferente, incluso en el estilo de vida y las posesiones, le dará seguridad y aprenderá a ser feliz sabiendo que se trata de respetar y honrar el mundo que lo rodea. En este sentido, en cuestión de valores, ustedes son su ejemplo, su método de aprendizaje.
Mariana Rivera aconseja encaminar a los niños a la reflexión sobre sus actos y palabras, guiarlos para que se den cuenta del impacto que estos tienen y cómo pueden hacer sentir a los demás a partir de su propia experiencia, de pensar cómo se sentirían ellos mismos si estuvieran ante una situación similar y dar una propuesta para encontrar una solución, lo cual señala, hará de ellos chicos comprometidos con lograr un mundo amable para todos.
Hay quienes piensan que un niño pacífico, que se caracteriza por evitar el conflicto, es un chico al que le cuesta trabajo tomar acción, que suele dejar que los otros abusen de él y que no hará nada al respecto; pero esto es completamente falso.
“Son dos situaciones distintas: un chico consciente de lo que es la paz ni siquiera tiene que llevar esa bandera, sus actos lo distinguen: cumplirá con sus responsabilidades, sin necesidad de que se lo repitan una y otra vez; respetará cuando un adulto le habla, sabrá escuchar y tratará de resolver antes que pelear. Incluso cuando alguien llega a molestarlo, toma otras medidas antes que responder a la agresión, pero esto no significa que sea dejado”, explica Mariana Rivera.
Esto es resultado de su educación, ya que al ser un niño que ha crecido con seguridad en sí mismo, una autoestima sólida, rodeado de afecto y reconocimiento, aprende a valorar lo positivo y negativo de su entorno.
Educar para la paz es equivalente a criar desde el amor, pues es a partir de este que se ponen en movimiento principios valiosos como el respeto, la empatía, la tolerancia, la aceptación hacia uno mismo, los demás y hacia lo que ocurre en nuestro exterior; todo esto determina que ese primer paso para alcanzar la paz, esté dado.