Razones por las que los castigos no funcionan con tu hijo
Tal pareciera que los niños de ahora son inmunes a los castigos; que los castigos no funcionan con tu hijo. ¿Por qué será?
El experto es neuropsicología Álvaro Bilbao responde esta gran interrogante en su libro El cerebro de los niños explicado a los padres.
- Cuando se castiga a los niños, se les enseña que esa es una manera válida de pedir a los demás lo que desean. Aprende que cuando se sienten frustrados por no obtener de los demás lo que quieren pueden arremeter contra ellos, quitándoles lo que quieren, hiriéndolos, haciéndolos sentirse culpables, para que “aprendan a obedecer”.
- Facilitan la aparición de la culpa. Normalmente, los padres levantan el castigo a su hijos cuando los ven llorar o ha pasado el suficiente tiempo para que “reaccione, o se sienta mal por lo que hizo y aprenda”. De esto, en realidad, solo asimila que sus padres lo aman solo cuando se porta bien.
- Facilita que el niño se forme un mal concepto de sí mismo, por tanto, mina su autoestima. Las etiquetas que suelen acompañar a los regaños y castigos acerca del modo de ser de los niños (“eres un demonio, eres un caos, un malportado…»), se le quedan grabadas en su memoria y forman conexiones neuronales. Simplemente él se la cree porque si tú que eres su cuidador se las dice, son verdad. Y actuará a lo largo de su vida adulta según lo hayas definido en esta etapa de su desarrollo.
- Los castigos pueden tener una reacción contraria a la que buscas, es decir, tu hijo puede aprender que solo mediante ellos recibe toda tu atención, por tanto, puede comenzar a usarlos para obtener tu tiempo y dedicación. Ocurre que para un niño que se siente ignorado o poco amado es mejor recibir un regaño que ser invisible para las personas que él ama.
Los castigos tienen más efectos negativos que los deseados por todo papá y mamá, por ello, es mejor usar estrategias más conscientes para ayudar a tu hijo a asimilar lo correcto o incorrecto. Como los límites y la disciplina positiva.