El primer corte de pelo
Llegó la hora de estrenar un cambio de apariencia. Te proponemos unos trucos que te ayudarán a que esta tarea no se convierta en pesadilla.
Llegó la hora de estrenar un cambio de apariencia. Te proponemos unos trucos que te ayudarán a que esta tarea no se convierta en pesadilla.
Estas son algunas recomendaciones para los padres más atrevidos que no tengan miedo de convertirse en estilistas de sus chiquitines y también para quienes quieran que las visitas al salón de belleza no se conviertan en un martirio.
Sin nervios
Lo más importante para conseguir un corte perfecto es tener tranquilidad. Pero por ambas partes. Es decir, es fundamental que ni el niño esté nervioso ni los padres miren el reloj cada cinco minutos.
Hablarle constantemente. Históricamente los salones de belleza han sido lugar de confesiones, precisamente porque la relajación invita a hablar y si hablamos, nos relajamos. El círculo vicioso funcionará también con tu hijo: tanto en el salón como en casa, si le hablas de cualquier cosa que pueda interesarle o le lees un cuento, los nervios desaparecerán al instante. Si además lo haces en un tono de voz relajado, mejor aún.
Deja que se siente sobre tus piernas mientras le cortan el pelo en el el salón. En el caso de que seas tú la peluquera, será mejor que permanezca en el regazo de su padre.
Familiarizarse con los sonidos le ayudará a tener confianza.Uno de los ruidos más molestos es el de las secadoras. Puede resultar aterrador. Por eso conviene que lo conozca antes: deja que vea cómo te secas el pelo cualquier mañana.
Cuándo
Encontrar el momento oportuno es más importante de lo que pueda parecer: de éste dependerá en gran parte que el niño colabore o se resista. Si en ese momento tiene necesidades urgentes como comer o dormir, intentar hacer movimientos con las tijeras sobre su cabeza puede convertirse en un suplicio. Los momentos perfectos son: a primera hora en la mañana, después de desayunar (cuando tiene todas sus necesidades cubiertas) hasta un par de horas antes de comer.
Tras su siesta, después de merendar y hasta no muy entrada la tarde. Todavía no estará deseando dormir o cenar, por lo tanto será más fácil captar su atención, distraerlo y relajarlo.
Posturas
¿La mayor dificultad a la hora de cortarles el pelo? Lograr que permanezcan quietos y que muevan la cabeza para el lado que te interesa. No es nada fácil, pero un ejercicio de imaginación puede hacer milagros. Sólo tienes que dirigir su atención hacia algo que haga que él mueva la cabeza en esa dirección. Si quieres que tu hijo ladee un poco la cabeza hacia un lado, pídele que te muestre cómo duerme. Aprovecha ese momento para trabajar rápido con las tijeras porque, aunque hayas conseguido la postura deseada, el pequeño no durará mucho tiempo en ella. Cuando necesites que baje la cabeza, pídele que juegue con sus manos (dar palmas en sus piernas, contar los dedos de sus manos, tocarse ambas rodillas…). Y para lograr que gire la cabeza voluntariamente, un buen truco es colocar previamente algo llamativo en las paredes (un dibujo, un juguete…) y pedirle que lo mire.