¿Por qué mi hijo es tan obstinado y... qué hago?
Los niños de dos años se obstinan en conseguir lo que quieren hasta que damos nuestro brazo a torcer o no cedemos y hacen berrinche. ¿Cuál es la causa? Descúbrelo a continuación.
Tu niño pequeño se obstina en conseguir lo que quiere hasta que das tu brazo a torcer; o si no cedes, te hace berrinche. ¿Cuál es la causa? Descúbrelo a continuación.
Están pensando por sí mismos
Lo primero que hay que hacer es no olvidar que lo normal es que sea así de terco y que no puedes exigirle, de entrada, que vaya por la vida como un guante de seda. Por ejemplo, se meta en la cama a las ocho sin replicar y que él solo lea un cuento. Lo normal es que no quiera irse a dormir , que haga rabietas para ponerse las zapatillas de andar por casa o que se niegue a bañarse.
Es que a esta edad, los pequeños están llevando a cabo una de las tareas más apasionantes de su corta existencia: están aprendiendo a pensar por sí mismos.
Llegó el momento de la independencia
Por eso, aunque resulte un poco paradójico, necesitas entender su rebeldía y terquedad como signos positivos que expresan una personalidad en evolución y ser comprensiva. Si un niño de esta edad no diera ninguna señal de oposición o terquedad, si se conformara con todo, dejara sus juguetes sin problema alguno, o no protestara, estarías ante un niño que tiene un gran temor a exponer sus deseos y su mundo interior.
Así que el hecho de que tu hijo sea, cuando menos, necio, significa que goza de una estupenda salud mental y que hace lo que hace (y debe hacer): ser insoportable.
¿Qué puedes hacer con tu hijo obstinado?
Tu gran reto es permitir que tu hijo exprese sus deseos, su ritmo, vitalidad y desacuerdo sin ahogar su personalidad y sin dejarlo exento de referencias y a merced de sus locos impulsos. Estas son algunas ideas para lograrlo.
1. Saber ceder.
Pues sí, a veces hay que ceder. Y no debes tener miedo, porque precisamente los peores padres son los que prohíben constantemente. El auténtico reto está en saber poner pocos límites pero totalmente eficaces.
Por ejemplo, tu hijo se niega a probar el mismo puré que hace una semana le volvía loco, y por más que utilizas trucos y más trucos, no hay manera. Intentar que un niño comprenda que las espinacas tienen mucho hierro es misión imposible. Así que en estos casos quizá lo mejor sea no complicarse la vida y ofrecerle otra cosa, así de sencillo y fácil para todos.
2. Explicar y explicar.
Los niños quieren y necesitan saber por qué no pueden hacer aquello que les da la gana y qué esperan sus papás de ellos. No vale de nada prohibir sin explicar. Por ejemplo, si no queremos que se acerque a una peligrosa escalera deberíamos decir: «no quiero que te acerques ahí porque si te caes te haces mucho daño y mamá no quiere verte malito».
3. Negociar.
La mejor manera de evitar que acabe en un berrinche es la persuasión. A veces funciona, aunque cueste creerlo. Veamos, si ya estamos frente al escaparate de la juguetería y el niño señala con insistencia un juguete, en vez de negárselo, puedes decirle: «Claro, por tu cumpleaños lo tendrás» (ojo, luego hay que cumplir).
Todo vale: ofrecer recompensas, utilizar el sentido del humor, «engañarle» un poquito. Se trata de reconducir su terquedad por caminos un poco más llevaderos para todos.
Por Berenice Villatoro
FOTO: GETTY IMAGES
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