¿Bebé con flemas? Elimínalas en un dos por tres
Si el pediatra te dice que tu peque está sano, no te preocupes si tiene moquitos y flemas con frecuencia. Pero, eso sí, debes aprende a quitarle estas mucosidades para que pueda respirar mejor y se sienta cómodo.
Si el pediatra te dice que tu peque está sano, no te preocupes si tiene moquitos y flemas con frecuencia. Pero, eso sí, debes aprende a quitarle estas mucosidades para que pueda respirar mejor y se sienta cómodo.
Los bebé recién nacidos tienen moquitos y flemas a menudo, incluso aunque no estén constipados. Las mucosidades son un mecanismo de defensa para su organismo, que comienza a fortalecerse frente a los virus: limpian las vías aéreas de gérmenes y evitan que proliferen.
Ahora bien, a pesar de su importante función, cuando la mucosidad es excesiva el pequeño está muy incómodo, y si se prolonga durante mucho tiempo puede producirle otitis (inflamación del oído medio). Por eso conviene erradicarla cuando antes.
AGUA Y AMBIENTE HÚMEDO
Las mejores «medicinas» contra las mucosidades son…
Agua: intenta que tu nene beba en abundancia, porque el líquido ayuda a disolver y a movilizar los moquitos.
Ambiente húmedo: evita llevarlo a lugares con mucha contaminación y en casa procura que haya un ambiente húmedo. Para ello, coloca en su cuarto un vaporizador eléctrico, recipientes llenos de agua o un humidificador. En este caso tendrás que lavarlo todos los días para evitar la formación de hongos, ya que sus esporas son nocivas para la respiración.
Además de tomar en cuenta estas medidas, para que tu tesoro pueda respirar mejor debes limpiar su nariz y la garganta de mucosidades. Lo puedes hacer de la siguiente manera:
Nariz: límpiale los moquitos que tenga por fuera con un pañuelo muy suave, para evitar irritaciones, y lávale la nariz a menudo con suero fisiológico nasal. Recuéstalo de lado, para que no se trague las mucosidades, y aplícale el suero en una de las fosas nasales, mientras le presionas la otra ligeramente. Después, repite la operación del otro lado. Las peras de farmacia y los nebulizadores de agua marina también ayudan a despejar la nariz de los bebés. Si optas por la pera, no la emplees más de dos veces al día, para no irritar su naricita.
Garganta: los niños muy pequeños no saben expectorar: al toser, las flemas se les quedan en la boca y se las vuelven a tragar. Por ello, cuando tu hijo tosa, debes ayudarle a expulsarlas. No se las quites con el dedo, porque puedes arañarle el paladar. Enrolla una gasita estéril en el dedo índice e introdúcela en su boquita. La flema se pegará a la gasa y te será más fácil quitársela.
La congestión nasal y las flemas, que son muy indigestas, pueden causar inapetencia, náuseas y vómitos a tu hijo. Ante esta situación debes tener mucha paciencia, no lo fuerces a comer y, en lugar de ofrecerle cinco comidas a lo largo del día, acostúmbrate a darle siete u ocho, pero más pequeñas. De esta manera no tendrá sensación de ahogo ni sudará tanto al comer y le costará menos esfuerzo terminar con sus raciones.