Padres e hijos
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Sí. El odio a los hijos existe, por mucho que la tradición milenaria nos indique lo contrario. Esta afirmación tiene un sustento científico, encontrado por el reconocido psicólogo británico Simon Baron-Cohen.

Amar profundamente a alguien provoca mucha felicidad y sin embargo nos puede ocasionar mucha frustración cuando no se recibe lo que esperamos a cambio. De acuerdo con el especialista de la Universidad de Cambridge, el amor y el odio comparten los mismos circuitos cerebrales.

Todos aceptan que los hijos pueden odiar a sus padres, pero al revés resulta impensable en nuestra sociedad. Lo cierto es que las experiencias que los padres viven día a día con los hijos, sumado a los propios miedos, insatisfacciones, limitaciones, promueven una serie de sentimientos que conducen al odio: envidia, decepción y frustración.

Podrá sonar obvio, incluso hasta inocente, pero una de las formas más eficaces para evitar el odio es la comunicación con los hijos. Expresarles lo que sientes, lo que te enfada y por qué te enfada, sin faltarles al respeto o perder la paciencia, es una sólida base para una mejor relación con tus hijos.

Es un proceso que debes poner en práctica desde los primeros años de tus retoños, crecerán con el ‘chip’ de la comunicación abierta y sensata, donde los conceptos se razonan y los las ideas se comparten.

Si tus hijos son mayores, el trabajo para establecer una comunicación sana será arduo, tal vez lento, pero dará sus frutos con determinación de ambas partes.

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