5 tips para una estimulación temprana efectiva
Cinco ingredientes imprescindibles para ayudar a tu bebé a desarrollar todo su potencial durante el primer año de vida.
La importancia de una estimulación temprana efectiva está en su capacidad para influir positivamente en el futuro académico y personal de tus hijos, preparándolos para enfrentar los desafíos de la vida con confianza y ayudar a tu hijo a desarrollar la resiliencia desde sus primeros años de edad. Esto lo ayudará en su vida en general: como niño, adolescente y adulto.
Pero ¿de qué se trata? De acuerdo con la revista de divulgación académica de ciencias y humanidades, UNAM Global, la estimulación temprana es la "atención que se le da al niño en las primeras etapas de su vida, con el fin de potenciar y desarrollar al máximo sus habilidades físicas, intelectuales y psicosociales, mediante programas sistemáticos y secuenciales que abarcan todas las áreas del desarrollo humano".
Para que la estimulación temprana sea verdaderamente efectiva, es crucial que los padres y cuidadores entiendan a profundidad los principios básicos y las técnicas adecuadas. Todos queremos que nuestros hijos estén preparados para prosperar, pero, cuidado: "Es posible que algunos padres estén obsesionados con la estimulación. Y puede ser contraproducente enseñar al niño cosas que aún no le corresponden", advierte Rosina Uriarte, especialista en neurodesarrollo infantil con 25 años de experiencia.
¿Qué hay que hacer?
La experta nos saca de dudas: "Estimular a un niño significa ofrecerle estímulos que lo hagan feliz y lo apoyen en su desarrollo natural y esto lo hacemos todo el tiempo que estamos con él, y no saturarlo de actividades". Durante el primer año de vida hay unas etapas motoras que determinarán el futuro de esa personita.
Dichas etapas sientan las bases de habilidades posteriores. Esto es lo más importante a tener en cuenta en la estimulación de un cerebro tan joven.
1. Amor
El mejor estímulo para un niño es sentirse querido. No es posible el aprendizaje ni el correcto desarrollo cerebral sin equilibrio y bienestar emocional. Por eso es importante demostrarle amor incondicional. No subestimes la importancia de decir "te quiero". Con mucha ternura, muchos besos, muchas palabras cálidas y mucho contacto piel con piel. Que no te preocupe mimarlo en exceso. Es imposible malcriar a un niño por darle demasiado cariño.
2. Tiempo
El objetivo, más que tratar de enseñarle cosas al bebé, es relacionarse con él, y para eso hace falta tiempo, tiempo para establecer un vínculo afectivo, para saber qué lo calma, qué lo pone nervioso, qué lo hace reír… ¿Cómo lograrlo? Para aprender, el bebé necesita toda nuestra atención y esta solo podemos dársela de verdad cuando nos dedicamos únicamente a él.
3. Diversión
Uno toma en brazos al bebé y piensa: "¿Qué hago?". La respuesta es sencilla: ¡Diviértete! Esto es: jamás conviertas el juego en una obligación. Los niños disfrutan con todo lo que hagamos con ellos, especialmente si nosotros disfrutamos también. Para lograrlo juega sin reglas. Olvídate de listas de objetivos. "A ver… ayer ya trabajamos la estimulación visual, así que hoy toca a la capacidad auditiva". El juego debe ser espontáneo. Es algo natural en los bebés y es fundamental que tú también lo sientas así.
4. Seguridad
Para animarlo a aprender, también hay que proporcionarle un entorno seguro y adecuado a su edad. Está deseando tomarlo todo, desmenuzarlo, chuparlo, investigarlo…, pero es pequeño para saber lo que está bien y lo que está mal, o para entender por qué no debe tocar un enchufe. Sin exagerar.
La autonomía conlleva, a veces, situaciones que a los padres pueden parecernos peligrosas. Claro que te preocupa su seguridad y hay cosas que tu hijo no debe hacer solo, pero si les trasmitimos miedos, podemos alterar la confianza en sí mismos y en el mundo en el que se desenvuelven. Su seguridad debe ser una prioridad, sin caer en el error de evitar que se muevan por miedo a caerse.
5. Respeto
Es cierto que los primeros años de vida determinan el resto y que es el momento de máximo desarrollo cerebral y hay que aprovecharlo, pero eso no significa sobreestimular a los niños, cosa que ocurre cuando les pedimos que hagan algo cuando aún no han madurado lo suficiente.