Padres e hijos

Narraciones para mantener vivas las tradiciones a través del libro: “Mitología mexicana para niños”

Un libro para conectar a los pequeños con las raíces mexicanas y dejar volar su imaginación a través de leyendas y mitos

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La mitología es una zona de la literatura que conecta con posibilidades, hace volar la imaginación y favorece la creatividad de quien la lee. Cuando encontramos material que habla de mitología para niños, generamos ese mundo de posibilidades en la cabeza de un pequeño. 

En Mitología mexicana para niños, la autora Gabriela Santana nos cuenta cómo entendían el universo los antiguos habitantes del territorio azteca, a través de una serie de historias que podemos situar en zonas específicas de México.

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En este libro encontrarás personajes como el dios del Sol, los dioses que crearon la Tierra, el dios del Fuego, el de la Lluvia, el del Viento y el del Maíz, entre otros.

Los temas acerca de los que tratan los mitos son sobre la creación del mundo, los cinco soles, cómo se crearon los diferentes dioses y sus historias, el significado de algunos símbolos y la organización de sus sociedades con base en calendarios muy precisos, que respetaban las fases lunares y las estaciones del año.

También se hace referencia a las principales ciudades y templos como Teotihuacán, Tula y Palenque, y también se narran leyendas acerca de los grandes guerreros y sacerdotes antes de la llegada de los españoles.

Muchas de estas leyendas intentan mantener tradiciones que aún hoy conservamos en México.

Uno de los mitos más interesantes que narra este libro es el llamado “Los nuevos hombres”. Puedes leerlo con tus peques para explicarles la idea de la vida, la muerte y los sacrificios. 

El gran dios Ométeotl, “aquel que está en todas partes”, continuó su labor creadora y puso diversos espíritus a vagar por la tierra. También en el reino de los muertos puso un par de dioses (¿o eran él mismo otra vez dividido?) y los llamó “Señor y señora del Mictlán”.

Como no había seres humanos, Quetzatcóatl bajó a esta tierra muerta que había detrás del mundo y le pidió a aquella pareja que le regalara los huesos de los muertos.

-¿Para qué los quieres? -preguntaron los espíritus, que no deseaban compartir sus huesos.

-Ya no quedan seres humanos y crearé nuevos con las cenizas de los viejos.

-Toma mi trompeta -respondió el señor del reino de los muertos-. Tendrás los huesos si tocas algo que me guste.

El problema es que la trompeta estaba hueca.

Quetzalcoatl se dio cuenta del engaño y llamó a unos gusanos que vivían por ahí. Les pidió que agujerearan la trompeta, y luego las moscas zumbaron en el interior.

A los dioses del Mictlán les gustó la música de Quetzatcóatl, pero no tanto como para regalar sus preciados huesos de manera eterna.

-Son tuyos -le dijeron-. Llévatelos, pero no para siempre. Al cabo de un tiempo habrá que devolverlos.

El gran dios Quetzalcóatl se sintió muy triste al pensar que los seres humanos tenían que morir algún día y devolver sus huesos, pero eso era algo que no podía cambiar.

Entonces tomó los huesos y los puso en una vasija. En seguida los machacó hasta pulverizarlos y derramó algunas gotas e su sangre.

-He sangrado por ellos -dijo Quetzalcóatl- y ellos sangrarán por sus dioses.

Así nació la idea del sacrificio.

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La contraportada del libro tiene una frase inspiradora para los pequeños: “Las leyendas seguirán vivas mientras exista gente que las lea y las comente. No las dejes morir. Tu orgullo como mexicano crecerá a medida que conozcas más de nuestra cultura y admires la riqueza que también te pertenece”.

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