¿A qué edad es sano que tu hijo empiece a comer chile?

Vivimos en un país en donde el chile no solo es sinónimo de picante, sino también de aguantar y de seguir masticando aunque las lágrimas se caigan. Es sinónimo de valentía y, a veces hasta de competencia. Es albur, es de machos, es cultura.

Pero, en todo este contexto en que los niños ven y copian a los adultos constantemente, ¿qué tan sano es que le demos de comer cosas picantes a un niño pequeño?

Esta duda se instaló cuando fue viral un video de un bebé que prueba chile jalapeño por primera vez y podemos ver su reacción.

Aunque claramente siente y percibe lo que todos hemos degustado al probar el chile por primera vez -un picor intenso en la lengua con el miedo de que se traslade hasta la garganta haciéndonos toser- el niño tiene una reacción muy adulta aunque TODO eso pase en su boca.

No quiere escupirlo, porque claramente ha visto el ejemplo de sus mayores: que “aguantar” es lo correcto. 

Más allá de la “gracia”

Los pediatras no se ponen de acuerdo en cuanto a cuál sería la edad adecuada para incorporar este alimento a la dieta de un menor pero más o menos todos coinciden en que el niño debería tener como mínimo unos dos años.

Los chiles, en todas las variedades que existen en México, contienen capsaicina, una molécula irritante que desencadena una sensación de calor y obliga al cuerpo a tomar líquidos en un esfuerzo por eliminar el picor. Esto lo publica un artículo de Ciencia UANL, la revista de divulgación científica y tecnológica de la UANL (Universidad Autónoma de Nuevo León).

También dice que la lengua, la boca y la garganta poseen “proteínas receptoras que interaccionan con la capsaicina. Y cuando esto ocurre, se acumulan iones de calcio en las neuronas sensoriales que a su vez provocan la liberación de neurotransmisores que envían un mensaje al cerebro, el cual interpreta como dolor, ardor o calor. Sin embargo, si el nivel de tolerancia al picor de los chiles es bajo, no solamente los receptores del dolor engañarán al cerebro para que piense que se está quemando, sino que el cuerpo puede presentar una respuesta inflamatoria”.

Así podemos ver que darle a probar chile a un bebé o menor de dos años, no solo impacta en el sabor, la parte más evidente, sino que tiene efectos secundarios en el sistema digestivo del pequeño que pueden llegar a ser graves. 

El mismo informe también asegura que consumir chile “te hace más feliz y mejora tu salud” ya que describe que: “El uso del chile en la medicina tradicional inició desde las antiguas civilizaciones mayas y aztecas, quienes las utilizaban para tratar diversas afectaciones relacionadas con el asma, la tos, llagas y dolores de muelas. Actualmente, los avances sobre el potencial de los dos componentes principales (capsaicina y dihidrocapsaicina), que representan 80 y 90% en los frutos, respectivamente, han ido en aumento”, es decir: ahora los chiles son más picantes. 

Hay que considerar que la tolerancia al picante varía en cada persona y que la exposición constante a estos consumos generará más resistencia. Aún así, y respetando las tradiciones de cada hogar, debemos considerar que la boca, lengua y papilas gustativas de un pequeño menor de dos años, probablemente no estén preparadas para soportar el ardor y menos los efectos intestinales que podría provocar en su aparato digestivo.