Beneficios emocionales de que tu hijo juegue con papá
Explorar el mundo emocional a través del juego con papá será el ingrediente secreto para este vínculo.
El lazo de una mamá con su hijo es único y especial, eso está claro. Pero papá crea su vínculo de amor con su hijo y eso es algo de lo que no se suele hablar. Es un lazo tan especial como el de la mamá.
Es cierto que casi toda la información disponible se dirige hacia la madre, tanto en los cuidados durante el embarazo, en la crianza, incluso en la mayoría de textos que se escriben sobre "ser padres". Y esto provoca un sentimiento de exclusión desconcertante para los papás.
Es importante hacer foco en lo que los padres pueden hacer y en que se desarrolle un lazo entre padre e hijo tan fuerte como el de mamá. En el artículo "Desarrollo del vínculo con el padre: ¿Cómo puedo apoyar a la mamá y desarrollar el vínculo con mi bebé?", publicado en CSC, Criar con Sentido Común, la psicóloga Mamen Bueno, explica que "también hay muchos momentos -del papá- para el contacto afectivo con el recién nacido: el baño, los cambios de pañal y de ropa, vigilar su sueño si es necesario… Esos momentos papá-bebé irán aumentando, poco a poco, y sin forzar. La madre, por su parte, también debe saber delegar y confiar en todas las posibilidades de su pareja, aunque no lo haga todo exactamente de la misma manera en la que lo haría ella (sin ser algo totalmente contrario)".
La especialista también explica que "para sentirnos protegidos y cuidados, es necesario el contacto sensorial. Y vale que papá no tiene tetas para alimentarle, ni huele como mamá, y quizás le cueste más ser empático con el llanto del bebé o aprender qué dice cuando llora… Pero tiene voz para dedicarle palabras dulces con las que enseñarle el mundo, tiene manos para acariciarle y sostenerle, y tiene un pecho en el que cobijarle. Y en esto ganan los dos: tanto el hijo que aprende a percibir al padre, como el padre que percibe al hijo. Bien a través de manifestaciones físicas de cariño, como a través de la comunicación auditiva".
Además de mostrar la lógica preferencia por su madre, alrededor del segundo o tercer mes de vida, los bebés son capaces de mostrar preferencia por su padre, a quien conoce gracias a la exposición repetida. El artículo también menciona que a partir de los seis u ocho meses, el bebé ya ha desarrollado relaciones de apego, prácticamente por igual con la madre y con el padre: pero para eso papá debe estar presente.
Jugar con papá
Muchas veces, por la rutina y la ocupación en muchos aspectos de la vida del bebé, la mamá es la que más "hace" y quien pone límites, y papá es el divertido de la pareja. Esto se desmitifica repartiendo tareas y responsabilidades, generando un ambiente que favorezca que los padres se impliquen en la crianza como las madres con la llegada del nuevo bebé a la familia. "Mamá poco a poco deja de ser la preferida en muchas circunstancias y papá se abre paso. Quizás porque es un momento del desarrollo en el que el juego es fundamental, y ahí por lo general papá tiene mucho que ofrecerle. Ojo, que no nos referimos a: 'con papá juego que es lo divertido, y con mamá todo el rollo de lo demás'. Lo ideal es que interaccionen con ambos en una gran variedad de contextos: alimentación, higiene, disciplina, cuidados básicos, límites, el sueño (cumplir con los rituales de irse a la cama)… y también el juego". Es importante que el niño vea desde pequeño que ambos son responsables y todas las actividades, incluido el juego.
"Aunque durante los primeros meses y años de vida mamá puede ser su principal figura de referencia, a partir de los dos o tres años se separan más físicamente de mamá, las emociones se convierten en las protagonistas de su día a día, ya que empieza a comprenderlas, aprecian (y defienden) su individualidad y autonomía, y se interesan por hacer nuevos lazos y estrechar otros que han ido desarrollando. Ahí es cuando el papá, si ha estado bien cerquita durante todo este tiempo, cobra especial relevancia", asegura.
A la hora del juego, cuando el niño está solo con papá, muchas veces hay preferencia por esta figura, ya que:
- El juego es estimulante, sensible e interactivo. Esto les aportará un vínculo seguro, y será significativo para su desarrollo, tanto para su autoconcepto como en las relaciones con los demás. Así que, no sería “simplemente” jugar.
- Con presencia y paciencia, lo habitual es que los peques disminuyan la dependencia de mamá, y esto es positivo. En algún momento es necesario y sano romper ese cordón umbilical y contar con otras opciones de referencia lo hace mucho más fácil y saludable emocionalmente.
- La actividad vigorosa y estimulante que fomentan los padres puede ayudar a los niños a desarrollar su independencia.
- Los niños con padres involucrados desarrollan mejores habilidades lingüísticas y disfrutan de una mejor salud mental en general que los niños cuyos padres están menos involucrados.
Estos últimos dos puntos son parte del artículo "Un mensaje especial para los nuevos papás y compañeros", publicado en Healthy Children.
Beneficios del lazo bebé-papá
La especialista se basa en la doctora en psicología, Alicia Oiberman quien habla de la paternalización y comenta que se caracteriza por los siguientes factores:
- Compromiso del padre en el proceso del embarazo, parto y puerperio.
- Satisfacción en la relación de pareja.
- Influencia de las experiencias infantiles con su propio padre.
- Un rol masculino no estereotipado, que le permita participar de los cuidados del bebé, sin entrar en conflicto con su virilidad.
También podríamos agregar que otros de los beneficios del vínculo, gracias a la cercanía e interacción, es que los pequeños sabrán que pueden confiar en su padre en los momentos difíciles y que él es una fuente de bienestar y seguridad. "Todo esto es perfectamente compatible, e incluso se complementa, con los cuidados y el papel de la mamá y con respetar las necesidades del bebé en cada etapa", concluye.