'El 95% de los padres tiene un hijo preferido y el 5% restante, miente'
Así lo señala Jeffrey Kluger, autor del libro El efecto de los hermanos y del reportaje "¿Por qué a mamá le gustas más tú?"
Sin darte cuenta, sí puedes tener un hijo preferido, aunque no lo creas. Así lo señala Jeffrey Kluger, autor de los libros El efecto de los hermanos (The sibling effect) y autor del reportaje "¿Por qué a mamá le gustas más tú?" publicado en la revista TIME. Te contamos más acerca de este tema.
"El 95% de los padres tiene un hijo preferido y el 5% restante, miente"
Esta afirmación del periodista se basa en investigaciones donde se analizó la dinámica familiar. Entre ellos, el trabajo de Catherine Conger, de la Universidad de California (Estados Unidos), quien tras visitar a unas 400 familias para conocer sus interacciones, concluyó que "el 65% de las madres y el 70% de los padres muestran preferencia por uno de los hijos, usualmente el mayor".
El inconsciente tiene mucho que ver y existen varios patrones distintos a la hora en que papá y mamá se inclinan por alguno, entre los más comunes son:
- Se «reparten» los hijos y el varón es el preferido de mamá mientras que las niñas son las favoritas de papá.
- Se pueden ver proyectados en alguno de los hijos, el que se parece más y en el que ven una posible "versión mejorada" de nosotros mismos.
- Se pueden proyectar en la pareja, en algún familiar ya fallecido o en alguien que se quiere mucho.
- Inconscientemente nos sintamos más preocupados por el hijo menos parecido a nosotros, porque buscamos entenderlo más.
- Hay hijos que llegan en un momento vital determinado para "llenar un vacío" de algo o de alguien.
- Frecuentemente es el hijo mayor el favorito porque es el hijo al que dedicas más dinero, recursos, atenciones.
- Aunque, el menor también tiene posibilidades de ser favorito, por una especie de compasión, porque el pequeño es el que más necesita a los padres.
"Desidentificación" de los hijos
En la charla TED que Jeffrey Kluger dio bajo el nombre de “El vínculo fraterno”, el autor hace una comparación con varias especies de animales a los que, recién nacidos, su madre los deja pelearse para ver quién sobrevive o para ganarse un lugar. Y es ahí cuando Kluger establece que los seres humanos no somos tan diferentes de los animales.
“Al nacer, hacemos todo lo posible para llamar la atención de nuestros padres, encontramos nuestras fortalezas y las promocionamos con ferocidad. Uno es el gracioso, otro es el bonito, uno es el atleta, otro es el inteligente. Los científicos lo llaman "desidentificación". Si mi hermano mayor es jugador de fútbol de bachillerato, -- que si vieran a mi hermano sabrían que no lo es -- yo podría ser también jugador y obtener, como mucho, el 50 % de los aplausos en mi familia. O, podría ser presidente del centro de estudiantes o especializarme en artes y recibir el 100 % de su atención en esta área”.
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Padres e Hijos
“Frecuentemente los padres contaminan el proceso de desidentificación al comunicarles a sus hijos, de manera sutil o no, que solo cierto tipo de éxitos serán aplaudidos en casa. Los padres acentúan este problema aún más cuando muestran favoritismo, lo que hacen de forma masiva, lo admitan o no”.
Pero hay una parte esperanzadora en todo esto. El autor estadounidense también establece que “puede que no exista relación que nos afecte de modo tan profundo, que sea más cercana, sutil, difícil, dulce, feliz, triste, más llena de gozo o cargada de problemas que la relación que tenemos con nuestros hermanos. El lazo fraternal es potente. (…) Nuestros hermanos son los únicos que nos acompañan durante todo el viaje. A través de las décadas puede que no haya nada que nos defina y nos forme más fuertemente que la relación con nuestros hermanos y hermanas”.
Después de todo, padres y madres pueden replantearse qué actitudes inconscientes están llevando a cabo para no generar favoritismo pero siempre sabiendo que fortalecer una relación sana entre ellos creará algo fuerte e indestructible.