¿Tu hijo ha estado triste varios días? Puede tener estrés infantil
Te decimos las causas del estrés en los niños y algunas formas en que pueden reflejarlo.
Pareciera que es tema de adultos, pero también puede presentarse desde la infancia, por lo cual es importante conocer sus causas y algunos de sus síntomas. Te decimos las causas del estrés infantil y algunas formas en que tu hijo puede reflejarlo.
Alberto Soler, psicólogo, divulgador y conferencista sobre temas de crianza, en sus Píldoras de psicología, comenta que "Se sabe que un estrés sostenido en la infancia predispone al desarrollo de enfermedades, tanto mentales como físicas. Me refiero tanto a depresión, ansiedad trastornos alimentarios, desarrollo de obesidad, de diabetes, problemas metabólicos, etc.".
Existe esta creencia de que los niños no tienen preocupaciones "válidas" como para estar estresados. Desde la mirada del adulto nos preguntamos qué va a estresar a un niño pequeño, ¿los deberes?, ¿no tener el dulce que quieren que para merendar?.
Soler lo explica muy bien cuando plantea el punto de vista de este pensamiento: "En este entorno adultocéntrico en el que vivimos -en el que “los mayores” somos la medida de todas las cosas- menospreciamos o directamente ignoramos las preferencias, necesidades o problemas de los más pequeños. Esto pasa tanto con el estrés infantil, la ansiedad, la depresión u otros aspectos emocionales. Pareciera que si no tienes 40 años y una hipoteca que pagar tus problemas sean menores".
La negación de este problema en niños muchas veces viene de la dificultad para identificarlo, ya que a edades muy tempranas el lenguaje y la capacidad para expresarse todavía son limitadas.
Situaciones de estrés
Existen factores más evidentes, pero también otros que son más sutiles. De los más evidentes, por poner algunos ejemplos, podemos nombrar:
- Vivir una situación de maltrato.
- Carencias afectivas.
- Separación o divorcios de los padres.
- Problemas económicos.
- Enfermedades.
- La muerte de un ser querido.
- Una mudanza.
Pero existen otros factores menos obvios, como problemas sociales (mala relación con los compañeros), problemas en el colegio, exceso de actividades y deberes, carencia de habilidades físicas (ser un niño poco coordinado), etc. "O, sencillamente, vivir en una sociedad tan hostil y poco amable con la infancia como la nuestra en la que habitualmente no se les tiene demasiado en cuenta", comenta.
El psicólogo expresa que, así como a los adultos nos estresa la falta de control, en la mayoría de los casos, a los niños les pasa lo mismo y, no hay que olvidar que la vida de un niño es básicamente falta de control constante, ya que los adultos a su alrededor serán quienes decidirán la mayoría de las cosas en su vida. Y tampoco tienen control en cómo lidiar con el estrés, ya que cuando un adulto quiere liberarse de esta emoción intenta hacer deporte, salir a caminar, dar un paseo, y el niño tiene más complicado el poder tomar estas decisiones por sí solo.
¿Cómo se manifiesta?
"Las señales no siempre son obvias, y muchas de ellas son inespecíficas, esto es, que pueden darse por distintos motivos", aclara. Existen síntomas a nivel psicológico, físico y conductual.
- Nivel psicológico: podemos observar desmotivación, falta de interés, irritabilidad, ansiedad, problemas de memoria, altibajos emocionales o problemas de concentración.
- Nivel físico: podemos encontrar problemas de sueño, aumento o disminución de peso, malestar general, dolores de cabeza, de estómago, etc.
- Nivel conductual: muchas veces se puede observar un rechazo a la escuela, por ejemplo, si inventan excusas para no ir a la escuela, disminución del rendimiento académico, deterioro de las relaciones con profesores o compañeros o incumplimiento de las obligaciones académicas.
¿Qué hacer?
Existen muchos factores externos que como padres y madres no podremos solucionar, pero existen algunas claves que nos pueden ayudar para prevenir y para abordar el estrés infantil:
- Tiempo. No hace falta que todo el tiempo el niño/a esté aprovechándolo en tareas "súper significativas, súper educativas y súper interesantes". El tiempo también se debe “perder”.
- Extraescolares. No hace falta llenar su calendario de actividades extracurriculares. Seguramente tu peque te pedirá practicar algún deporte, algún hobby, algo que lo haga feliz, y muchas otras serán para su bienestar y desarrollo académico, pero si no es así, no hace falta sobre exigirlo y llenarlo de cosas para hacer. Que tengan algunas tardes vacías sería bueno.
- Excelencia. "Los padres no somos entrenadores ni coaches de liderazgo y éxito de nuestros hijos. Somos su referente y quienes deberíamos promover su felicidad. La constante presión para que den siempre el 100% de sus capacidades y no permitirles errores es la vía más directa para que sufran", explica el experto. Revisa y evalúa si estás presionando demasiado a tu hijo en los deportes, en las tareas o en la vida social. Dale respiro y déjalo que disfrute su infancia.
- Facilitar el juego. Es necesario que tu peque tenga espacios para jugar. Pero jugar porque le divierte y estimula su creatividad. El juego libre, dice Soler. "Jugar a lo que les dé la gana, sin mayor pretensión que el propio juego en sí. No todo tiene que tener finalidad educativa".
- Satisfacer necesidades: este punto es importante, ya que hay necesidades sutiles. No solo es cubrir la parte de alimentación, salud y cobijo. También la necesidad de ser escuchados, tenidos en cuenta, la necesidad de juego libre, exploración y movimiento. "No es sano ni normal que una niña o un niño esté ocho o diez horas diarias sentado. No tiene sentido. De hecho el ejercicio físico es un pilar fundamental para la reducción del estrés, su eficacia está más que demostrada a nivel científico. Quizá los adultos necesitamos programar sesiones de ejercicio formal, pero en el caso de los niños bastaría con no impedírselo".
Múltiples factores pueden llevar a tu peque a estar estresado, pero si sientes que se te sale de las manos, no dudes en apoyarlo pidiendo ayuda profesional. Tal vez algunas de estas son señales que indican que debes llevar a tu hijo al psicólogo y esto podría mejorar notoriamente su calidad de vida.